Cultura memética y democracia

Juan Ruocco

4chan es un imageboard (tablero de imágenes) de Internet, un tipo de foro donde los usuarios pueden postear una foto con un comentario y con eso se crea un thread o hilo que se comparte en una misma homepage (página de inicio). 

Los posts están ordenados por subforos (canales) y por orden de aparición. Los más exitosos (los que generan más comentarios e interacciones) permanecen más tiempo en la home y los que no generan interacciones, o muy pocas, se borran. Luego de un tiempo, los posteos se archivan y los más irrelevantes se borran.

4chan se divide en canales y los hay de todo tipo. Pero el que más notoriedad logró alcanzar es /pol/, el canal dedicado a la “incorrección política”. Christopher Poole, un estudiante de (por entonces) 15 años, de Nueva York, conocido como “Moot”, o “Mootykins”, creó 4chan en su habitación un 13 de octubre del año 2003.

En el lapso de trece años desde su creación, 4chan pasaría de ser una marginal comunidad on line, a convertirse en uno de los sitios web con mayor capacidad de influencia del mundo, hecho que se volvería público gracias a la participación del sitio en diferentes acontecimientos pero, sobre todo, en el impulso que dio a la campaña presidencial de Donald Trump en 2016, la que lo llevaría a ser el 45° presidente de los Estados Unidos. 

Esta progresión desde los márgenes de Internet al centro de la escena política se daría por una combinación de factores. En primer lugar la expansión de Internet como medio de comunicación masivo, en segundo la cultura del troleo (trolling), y en tercer lugar la creación/difusión de memes como artefacto cultural definitivo de la época.

Memes y troleo

El primero de los tres puntos recién mencionados no necesita mucha explicación, porque todos hemos sido testigos del progresivo avance de Internet a lo largo de los años. Este libro, en parte, es testigo de ello. Desde sus inicios en la década de 1970 como una red de comunicación interuniversitara conocida como Arpanet a los tiempos del 4G, pasando por los años de los módems dial-up (conexión vía teléfono) y la banda ancha. El progresivo aumento de la velocidad de transferencia de datos, la mayor infraestructura y la universalización de los teléfonos móviles con conexión a Internet marcaron el triunfo de esta tecnología por encima de todas las demás. 

En segundo lugar, el troleo o trolling es un concepto que refiere a un tipo de conducta en línea que implica provocar, molestar o irritar a otros usuarios de Internet de manera intencional. Los trolls –o troles– pueden hacer comentarios ofensivos, publicar contenido controversial o simplemente causar problemas en las redes sociales, foros, chats, juegos en línea o sitios web. El objetivo principal de los trolls es perturbar y distraer a los demás usuarios, generar controversia y obtener una respuesta emocional de ellos. Los trolls disfrutan a menudo de la atención negativa que reciben, y buscan alimentar el caos y la discordia.

Esta conducta forma parte fundamental de la cultura “chanera”. Desde sus inicios los usuarios de 4chan viven en una especie de guerra continua entre sí mismos para ver quién trolea más a quién, dado que esto genera interacción y la interacción es premiada dándole mayor relevancia en la homepage a los posteos con mayor interacción. Pero esta conducta fue abarcando progresivamente otras esferas del discurso público y no se circunscribió solo al propio sitio. 

El primer enfrentamiento público y organizado de 4chan se dio en un incidente contra la Iglesia de la Cienciología. En 2008 un usuario anónimo filtró un video de Tom Cruise dando una charla sobre los beneficios de esta pseudo iglesia, video que fue eliminado de YouTube a pedido de la organización religiosa. La comunidad de 4chan lo tomó como un ataque contra la libertad de expresión en Internet y organizó una serie de intervenciones contra esa iglesia, que incluyeron ataques a su página web y manifestaciones frente a sus sedes con máscaras de Guy Fawkes, del cómic “V de Vendeta”. Parte de la comunidad de 4chan devenida en Anonymous participaría luego en protestas y acciones en línea contra diferentes organismos estatales y bancos en el movimiento “Occupy Wall Street”, tras la crisis financiera de 2008.

Años más tarde, en el incidente conocido como Gamergate todos estos factores tendrían un giro extraño. Gamergate comenzó cuando la desarrolladora de videojuegos Zoe Quinn subió su juego Depression Quest a Internet en 2013. A pesar de recibir buenas críticas, un exnovio de Quinn la acusó de engañarlo con un periodista de Kotaku, un sitio especializado en reseñas de videojuegos, lo que provocó una ola de ataques y acoso hacia ella, en su mayoría orquestados por la comunidad de 4chan y sitios afines. Los ataques incluyeron amenazas de muerte y publicación de datos personales. Este incidente llamó la atención de los medios de comunicación y demostró el poder de fuego de la comunidad de 4chan. Este hecho sentó un precedente para la elección presidencial de 2016. 

El último elemento que nos queda por explicar son los memes. En 1976 el biólogo Richard Dawkins introdujo el término “meme” en una de sus obras clásicas: El gen egoísta.1 Su definición, un tanto polémica, tenía por objetivo compatibilizar la teoría de la evolución de Darwin, aplicándola a la cultura humana. O al menos pensar la cultura en los mismos términos de transmisión de información de la genética, es decir, de unidades que contienen información pasible de transmitirse mediante la copia. Durante muchos años y a través de varios intelectuales como Danniel Dennet y Susan Blackmore, que se sumaron al programa “memético”, este concepto se fue desarrollando hasta alcanzar cierta madurez. Pero en los inicios de la década de 2000 este campo fue perdiendo terreno hasta que incluso el Journal of Memetics, su publicación académica más importante, dejó de editarse.

Esta idea “fuerte” de meme (como unidad básica de la cultura) tal como fue planteada en sus inicios fue dejando lugar a explicaciones más “blandas” que circunscriben a los memes al ámbito de la cultura digital. En la actualidad la mejor definición de meme, en este sentido, es la que creó Limor Shifman, catedrática del departamento de Comunicación en la Universidad Hebrea de Jerusalem en su libro Memes in Digital Culture 2. Shifman sostiene que un meme es: “(a) un grupo de ítems digitales que comparten características comunes de contenido, forma y/o postura, que (b) cada uno es creado con conciencia de los otros, y (c) que son circulados, imitados o transformados a través de Internet”.

Los memes son a 4chan lo que el concepto “revolución” fue al marxismo, “justicia social” al peronismo, o “libre mercado” al liberalismo. No hay uno sin el otro.

Los memes para 4chan no solo han sido constitutivos de su identidad y fuente de un folclore propio del sitio que luego se expandió a toda Internet, sino que también han sido grandes vectores para todo tipo de ideas. En particular, para algunas ideas de extrema derecha que fueron permeando la cultura del foro hasta casi convertirse en una especie de “sentido común”. 

Anders Behring Breivik llevó a cabo el peor atentado terrorista en la historia de Noruega en julio de 2011, atacando la sede del gobierno y asesinando a 69 jóvenes en un campamento del Partido Social Demócrata en la isla de Utøya. En su manifiesto, “2083 a European Declaration of Independence” [2083 una Declaración de Independencia Europea], Breivik argumenta que la sociedad europea y occidental ha caído en la decadencia debido al nihilismo, el consumismo y la pérdida de tradiciones culturales. Según Brievik, este proceso coincide con la apropiación del poder político por parte de una elite formada al calor del marxismo cultural que instaló como ideología hegemónica el multiculturalismo. Según él, la inmigración masiva de árabes islámicos y la política de integración de las culturas europea e islámica esconde un proceso de exterminio de los “pueblos originarios” europeos conocido como “genocidio blanco”.

La idea de “genocidio blanco” permeó muy fuerte en la cultura chanera y fue uno de los factores que llevaron al foro a inclinarse a apoyar a Donald Trump para la campaña de 2016 después de que el entonces (incipiente) candidato dijera que iba a construir un muro para frenar la inmigración y que se lo haría pagar a México. Aunque la mayoría de los usuarios sostendría que el apoyo a Trump era “for the lulz” (por la risa) y como parte de un gesto metairónico afín a la cultura del sitio, sus efectos tendrían un alcance que excedería por completo las intenciones de sus autores.

A través de una serie de acciones coordinadas desde el foro, 4chan logró trolear al establishment demócrata, a los medios de comunicación y a las estrellas de Hollywood que salieron en respaldo de la candidata Hillary Clinton. Repitiendo la misma estrategia de troleo más memes utilizada años antes durante el Gamergate, los usuarios de 4chan lograron captar la atención de los medios de comunicación, que bautizaron a estos movimientos como la “alt-right” (derecha alternativa) y retroalimentaron su poder de fuego. La imagen de chicos malos y antisistema con la que eran presentados se volvió un atractivo. Si bien no se puede afirmar que Trump ganó las elecciones gracias a 4chan tampoco se puede soslayar el efecto disruptivo que tuvieron los jóvenes trolls en esa campaña. 

Sin embargo, las consecuencias de expandir la narrativa acerca del genocidio blanco con fines electorales tendría una serie de efectos colaterales difíciles de preveer incluso para sus autores. El 15 de marzo de 2019 Brenton Tarrant entró a dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, y asesinó a 50 personas e hirió a otras 50 con su arma automática. Antes de pasar a la acción el atacante armó un posteo en 8chan donde pegó un link de la transmisión en vivo del ataque y dejó un manifiesto. En ese texto sostuvo lo mismo que Breivik, a quien citó, además, como inspiración: Europa y “Occidente” estaban siendo sometidos a un “genocidio blanco” y a un “gran reemplazo”. Su acción tenía por fin concientizar a la población general sobre este hecho e intentar poner un freno a ese proceso. En una de las partes más lúcidas del infame manifiesto Tarrant afirmaba que “los memes hicieron más por el movimiento etnonacionalista que cualquier manifiesto”.

Durante la mañana del 4 de agosto de 2019, un joven norteamericano de 21 años, Patrick Crusius, de Allen, asesinó con su AK-47 a 20 personas en un Walmart de El Paso, en el estado de Texas. En un manifiesto de tres páginas que subió al sitio 8chan dejó claro que la inspiración para este ataque no había sido otro que Brenton Tarrant.

El 15 de mayo de 2022 Payton Gendron perpetró un ataque en un supermercado de la localidad de Buffalo, Nueva York. En el ataque hirió a 13 personas, de las cuales fallecieron 11. El perpetrador transmitió todo el ataque desde su canal de Twitch y dejó un manifiesto de varias páginas. Dentro del manifiesto nombra como inspiración a Brenton Tarrant, de quien también copió la personalización de su rifle Bushmaster XM-15. El objetivo de su ataque fue definido con claridad: detener el genocidio blanco.

El 1 de septiembre de 2022 Fernando Andrés Sabag Montiel gatilló su arma Bersa calibre .22 frente al rostro de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Falló en los dos intentos. Sabag Montiel llevaba tatuado en su codo un “sol negro”, un símbolo creado por las SS, la división de elite del régimen nazi, que Brenton Tarrant también llevaba en su pecho durante los ataques en Nueva Zelanda. El sol negro también ilustró la tapa del manifiesto de Tarrant y es utilizado en muchos memes de corte nazi que nacieron, circulan y se comparten en la “galaxia chanera”. Según reportes de periodistas especializados, en nuestro país existen al menos cuatro casos de jóvenes que fueron detenidos en operaciones conjuntas entre la Policía Federal y el FBI, a raíz de amenazas de asesinatos masivos publicadas por dichos usuarios en foros al estilo 4chan o plataformas de chat. Es evidente que la cultura memética incorporó estos elementos a su entramado de significado, representando esto un peligro que no se puede soslayar. 

La memificación de teorías conspirativas de corte racista, xenófobas y supremacistas representa un peligro muy concreto para las democracias. Por memificación nos referimos al proceso de convertir en memes, ya sea de texto, video o imagen, una idea, como por ejemplo “el genocidio blanco”. Es decir, que muchos de los memes que se crean, circulan, se comparten y remixan en estos sitios tienen como trasfondo ideológico esta idea y por lo tanto se convierten en vectores voluntarios (o involuntarios) de ella. 

Libertad de expresión y valores democráticos

El derecho a la libertad de expresión siempre ha sido uno de los pilares de la democracia. En nuestro país el derecho a la libertad de prensa está consignado en el artículo 14 de la Constitución, a la vez que garantizado en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida también como Pacto de San José de Costa Rica, firmado en 1969 y sancionado en nuestro país con fuerza de ley en 1984. Sin embargo, es interesante notar cómo en el apartado 5 del artículo 13 de dicha convención se sostiene que “Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional”. 

Queda claro entonces que la libertad de expresión encuentra límites en su ejercicio cuando atenta directamente contra una persona o grupo de personas en virtud de diferencias étnicas, religiosas, nacionales o de idioma. En este sentido el problema de la tensión entre libertad de expresión (podríamos decir democracia formal) y valores democráticos (el contenido democrático de un sistema) queda resuelta, al menos en la teoría y en la jurisdicción de nuestras leyes. En este sentido, los discursos que abrevaran en estas prácticas pueden ser (si existiera la pericia técnica adecuada) castigados con el peso de la ley. Sin embargo, he aquí uno de los problemas: la ley argentina no tiene jurisdicción para sitios web que no estén radicados en la Argentina. Por lo tanto, la población de nuestro país queda expuesta a discursos racistas, xenófobos, o que van en contra de los derechos de las minorías sin que las autoridades argentinas puedan tomar cartas en el asunto. Esto complejiza en forma no menor la capacidad de respuesta adecuada del Estado argentino y de la justicia argentina para reprimir este tipo de discursos. 

Es por eso que se necesita contar con otro tipo de herramientas más allá de los marcos legales, para poder neutralizar o al menos contrarrestar el alcance creciente de estos discursos radicalizados cuyo efecto último es socavar los valores democráticos sobre los cuales se constituye nuestra sociedad. En este sentido, existen muchos trabajos de investigación que intentan buscar respuestas a este fenómeno que se caracteriza por su novedad y la dificultad en su abordaje. Porque no solo es que el fenómeno en sí es nuevo sino que también está en discusión con qué tipo de modelo teórico podemos abordarlo para explicarlo, entenderlo y luego, neutralizarlo. En este sentido, la idea de “meme” me parece más que interesante porque permite crear desde genealogías de sentidos, a mapas de comunidades, velocidades de difusión y apariciones de nuevas estrategias. 

Es para destacar, en este campo, el trabajo de Nicolas Koutonias, cuya tesis de maestría en la Universidad Erasmo en Países Bajos se titula “Weaponized Meta-Memetics: Measuring the Effectiveness of Internet Memes as Ideological Propaganda” [“Los meta-memes como armas: midiendo la efectividad de los memes como propaganda ideológica”].3

La idea de Koutonias es que la educación respecto de las dinámicas de creación, difusión y aceptación de memes en diferentes comunidades puede servir como una forma de entender los mecanismos que articulan a los memes como propaganda ideológica y, por lo tanto, quitarles efectividad a la hora de su difusión. Para ello llevó adelante una serie de pruebas, aunque no resultaron del todo concluyentes. Sin embargo, la idea es más que interesante. Así como es posible medir el impacto de leyes como la ESI (Educación Sexual Integral) en los cambios de hábitos de los estudiantes respecto de sus pautas de cuidado e interacción con adultos, no es descabellado pensar que una alfabetización respecto de los mecanismos utilizados en Internet para expandir estos discursos radicales (troleo, memética, teorías conspirativas, información falsa) funcione como una vacuna o antídoto frente a la multiplicación incesante de estos discursos. 

Lo peor que podemos hacer frente a este fenómeno es intentar ignorarlo o tratar de establecer una lógica de “buenos/malos”, convirtiéndolo solo en problema moral. No alcanza. Es necesario entender el funcionamiento y diseñar estrategias que permitan neutralizarlo. Dotar a los jóvenes y adultos de las herramientas necesarias para que comprendan la espinosa realidad por las que nos toca atravesar sin ceder un centímetro de la difícil, compleja, dolorosa (y hasta a veces fallida) democracia que la nación argentina supo conquistar a costa de su propia historia, sangre y dolor. El único camino hacia un país más justo, libre y soberano es fortalecer el camino iniciado el 10 de diciembre de 1983. 

1. Dawkins, Richard (1976). The Selfish Gen, Oxford: Oxford University Press. [Traducción al castellano: El gen egoísta, Madrid: Salvat Editores, 1990].

2. Shifman, L. (2013). Memes in Digital Culture. Cambridge, Massachusetts: MIT.

3. Koutonias, Nicolás (2020). Disponible en https://thesis.eur.nl/pub/57259 [última consulta: 11 de mayo de 2023].

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